jueves

Minificción


Recientemente he estado escribiendo minificción, minicuento, ficción breve, microficción, short short story... Cada quién puede usar el nombre y las taxonomías que prefiera. La razón es que, a partir de las redes sociales, el género realmente ha hecho una explosión bastante digna y muy seductora.

Desde luego, la ficción breve no nace con las redes sociales, aunque seguramente en su contexto brindará su mejor época. Creo que uno de los investigadores y antologadores más importante en décadas pasadas (aunque sé que continúa trabajando constantemente en el tema) es Lauro Zabala. El interesado puede consultar con provecho El dinosaurio anotado. Edición crítica de “El dinosaurio” de Augusto Monterroso, editado por editorial Alfaguara; La minificción en México. 50 textos breves, publicado por la Universidad Pedagógica Nacional; y Cartografías del cuento y la minificción, por Renacimiento Iluminaciones; sólo por mencionar algunos títulos.

En las últimas semanas, por otra parte, la editorial morelense Acálasletras ha estado muy activa con el concurso de minificción #aca140, que convoca a escritores en lengua española a participar mediante una cuenta de Twitter. La finalidad del concurso es llevar al papel a las mejores 140 historias breves.

Por mi parte, debo decir que casi por azar acabo de leer El juego de los besos del británico Aidan Chambers, por el Fondo de Cultura Económica. Se trata de un libro de cuentos pequeños, no tan breves como 140 pero altamente recomendables todos. Del final del libro he querido compartir la siguiente nota.

Una nota del autor sobre la minificción

Varios cuentos de esta colección son de un tipo que ahora llaman minificciones. Como muchos otros escritores, me he interesado más y más en ellos como un formato moderno que está a la vanguardia de la literatura. Esto es lo que me gusta de ellos:

Son como un relámpago, un chispazo, que nos permite ver un instante de toda una escena o una persona o un evento.

Normalmente tienen una extensión de menos de mil palabras. 

Pueden ser de cualquier género, siempre y cuando sean cuentos.

Pueden ser autobiográficos, biográficos, poemas, cartas, diarios, miniensayos, reportajes...

Pueden ser prosa con o sin diálogo o puro diálogo.

Pueden ser en primera persona o en tercera y estar en cualquier tiempo verbal.

En otras palabras, pueden echar mano de cualquier aspecto del lenguaje y la expresión escrita.

Deben ser cuentos completos y no sólo una anécdota.

A menudo le dejan al lector tanto qué hacer en la construcción de la historia y en la “construcción del significado”, como lo que ha hecho el autor.

Tienen una economía y un ritmo que son aparentemente simples pero que, cuando lo piensas, te das cuenta de que son muy densos y están cargados de significados posibles. 

Algunos de los autores más célebres de la literatura escribieron minificciones. Por ejemplo, Kafka, Chéjov ,Hemingway, Raymond Carver, Italo Calvino y Kawabata, que los llamaba “cuentos de la palma de la mano”.

Una de las razones por las que son ta populares y son una clase de literatura tan moderna es que se prestan para escribirse y leerse en las pequeñas pantallas de las computadoras, los iPhones y los lectores de libros electrónicos.

Espero que los disfruten tanto como yo.

Aidan Chambers.