jueves

Ruda de corazón

Trabajar en los linderos de los géneros literarios puede ser riesgoso toda vez que peligra la calidad de los terrenos a un lado y otro de una tenue frontera. En el trabajo de Víctor Ronquillo reportaje, crónica y narrativa literaria se funden con disparejos resultados.

Además de Ruda de corazón, para escribir esta nota he tenido la oportunidad de leer Un corresponsal en la guerra del narco. Ambos libros datan del mismo año, sin embargo no se podría decir que mantienen calidad simétrica. El segundo reúne un conjunto de relatos cuyo único hilo conductor es el tema, la narcoviolencia. En este sentido, difícilmente se podría hablar de calidad literaria, entendida ésta dentro de los parámetros más clásicos de la crítica. De hecho, el texto de la contraportada califica acertadamente el trabajo de Ronquillo como “Un libro de relatos…”, ya que en ninguno de ellos se alcanza el punto álgido que podría caracterizar a un cuento. Sirve, en todo caso, este libro, para alimentar el morbo del lector pero no el interés estético de ningún literato.

No así el caso de Ruda de corazón, que, fuera de dos o tres capítulos testimoniales, sabe mantener la tensión y el interés del lector. Tomando como punto de partida un sonado caso policial, este libro del periodista, afamado por su trabajo como cronista social, narra con lucidez y precisión la vida de quien se convertiría en la serial killer de la ciudad de México, Juana Barraza Samperio.

Historia narrada primordialmente en segunda persona, como si el lector pudiera estar hablando frente al personaje principal, Ruda de corazón hurga no solamente en la vida mediática de la mujer. El autor logra un buen testimonio de los orígenes, motivaciones y posibles sentimientos de un personaje cuya vida se hunde en la violencia de una sociedad que no respeta géneros, estatus ni edades.

Una vida de la que medios de comunicación, empresarios de lucha libre y hasta los siempre escabrosos intríngulis policiales, se han beneficiado. Juana Barraza alguna vez, como cualquier ser humano, como cualquier gladiadora del cuadrilátero, tuvo aspiraciones y deseos de ejercer un nicho de poder frente a sus contrincantes. Lo logró robándoles la vida a más de cuarenta mujeres de la tercera edad, abandonadas por amigos y familiares, y burlando el aparato de investigación policiaca de la ciudad de México hasta el final, porque en ningún momento del proceso Juana Barraza Samperio cumplió con los estándares del asesino serial común.


Si bien Ruda de corazón es una crónica social, bien puede leerse como una novela de terror que deja un amargo sabor de boca. Y ahora que está de moda en México revisar los llamados géneros menores, entre los que se encuentra el cine y la literatura de asesinos seriales, seguramente este libro no pasará desapercibido, como aquella ya clásica cinta interpretada por Ignacio López Tarso, El profeta Mimí, también basada en eventos históricos y que narra la vida de un asesino de prostitutas.


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