Maligna, estos son los últimos versos
que yo te escribo. Te llevaste mi alma
como quien se va sin sueño a la cama;
con el mismo llanto y los mismos besos.
No te olvidaré, porque yerba mala
nunca muere; y cómo olvidar tus pechos,
tus espasmos cuando lamía tu sexo,
tus mentiras, tu dolor, tus palabras.
Te digo adiós con la misma tristeza
que nos encontramos hace siete años:
tú loca, yo corazón en dos piezas.
Ya el tiempo dirá de estos desengaños
la fortuna. Del viento y de las piedras
te llevas el amor y los orgasmos.