martes

Fábula del rey y el mendigo

Una vez un hombre de alta investidura que se pensaba bueno mandó cerrar las calles para pasar y andar entre las gentes. Mientras tanto, un viejo campesino que nada sabía de investiduras, deseaba, como todos los días, ir al campo para ganarse algo que llevarse a la boca. Cerradas las calles del pueblo, los fanáticos y los militares que custodiaban el camino del gran hombre no dejaron pasar al viejo, tachándolo de necio, de loco, de ignorante. Al caer la noche, con las calles habitadas solamente por los montones de basura abandonados al paso del dignatario, el anciano murió solo y hambriento.

jueves

The Revenant by Tarkovski

Con la recientemente estrenada The Revenant, los elogios y las duras críticas sobre su director, el mexicano Alejandro González Iñárritu, se han polarizado, al menos en las redes sociales, que hace mucho dejaron de ser confiables, o quizá nunca lo han sido.

Cuando una cinta se pone de moda en los post y comentarios de redes sociales, no sé si a ustedes les pase, algo en mi ánimo muere. Vi, con todo, The Revenant porque, al margen del elogio, la diatriba o el juicio lapidario, creo que el cine de Iñárritu ya es algo que se tiene que ver obligadamente para conocer algo de la historia del cine contemporáneo. Desde luego, para los mexicanos no deja de ser motivo de orgullo que un compatriota destaque no solamente en Hollywood sino en todo el mundo.

Yo no haré elogio ni vituperio sobre The Revenant y mucho menos sobre su director. Para mí, Iñárritu es de esos directores de los cuales tengo que revisar su biografía y su filmografía cada vez que veo una nueva película. Para redactar esta entrada, por ejemplo, he tenido que buscar y tener a la mano la información de su filmografía. Entonces me doy cuenta, con alegría, que he visto todo el trabajo de Iñárritu. Eso me hace preguntarme, entonces, ¿por qué se me olvida tan rápidamente?

Ahora recuerdo que lo primero que me llamó la atención de Amores perros, como seguramente a muchos, fue la técnica narrativa, para entonces ya más que conocida en la literatura, una historia contada desde distintos puntos de vista. Mis inclinaciones siempre se han perfilado sobre una buena técnica narrativa, y creo que el cine de Iñárritu es eso, excelentes ejercicios narrativos. Saltándome varios años y el resto de las cintas, pude reafirmar mi aprecio con Birdman, cuya manera de contar la historia es impecable, esta vez apostando al manejo de la cámara y a la edición.

Pero, ¿qué pasa con las historias contadas? Puedo recordar más o menos con precisión cómo fueron contadas 21 gramos o Babel, y puedo decir que me gustaron tanto como la ópera prima; Birdman aún más. Aquello que se contaba es lo que me cuesta trabajo precisar.

Expectativas, comentarios y anuncios de por medio, me enfrenté a The Revenant con la misma inocencia de quien no espera nada salvo una historia, buena o mala. Pocas veces he hablado con mi mujer (ella que es especialista en cine producido, hecho o representado por latinoamericanos) sobre mis apreciaciones de Iñárritu, salvo que creo que hace mucho que dejó de ser un cine latinoamericano, pagado de la industria norteamericana, lo cual no necesariamente tiene que ser malo. Lo curioso es que la primera impresión de Lía fue exactamente la misma que la mía sobre las cintas anteriores: "me gustó la forma en que está contada pero la historia no mucho. Es aspiracional; el muy bueno contra el muy malo y, obviamente, tiene que ganar el bueno. La fotografía, eso sí, es excelente; claro, es de Lubezki". Yo me quedé en las mismas, pensando que tardaré muchos, muchos años para volver a ver una misma película de Iñárritu; ninguna la he visto más de una vez.

Sin embargo, fotografía, encuadres o atmósfera, algo, algo que no sabría decir bien qué me recordaba al ruso Andréi Tarkovski (1932-1986). Mientras veíamos The Revenant, por mi mente pasaban flashasos de El espejo, Nostalgia, Stalker y Solaris. Pensé que no sería nada extraño que tanto el fotógrafo como el director mexicanos conocieran la obra del ruso. Traté de pasar de largo y divertirme con los dimes y diretes, memes y elogios (el Oscar para el oso) en las redes sociales. Supongo que la idea quedó grabada en mi inconsciente y, sin intención, los caminos me trajeron a este post.

La verdad es que desde hace un par de años he querido revisitar la obra del ruso, porque creo que es una de esas obras de arte que no se pueden dejar de admirar antes de morir (habrá quien piense que exagero y no le discutiré; al fin y al cabo, cada quien sus doctrinas). La semana pasada vi dos de sus primeras cintas, The Killers (1958) y Hoy no habrá licencia (1959). Afortunadamente aún no había nada que me trajera de nuevo al presente de The Revenant, porque son películas ya muy antiguas, filmadas en blanco y negro y nada tienen que ver con la impresionante fotografía y los espectaculares encuadres de sus trabajos posteriores.

En este afán por revisitar todo Tarkovski, recordé que hace unos años, tras cumplirse el periodo de derechos de autor, las películas no serían tan difíciles de encontrar en la red, con todo y que ahora no es un cine muy apreciado por la mayoría. Afortunadamente Andrei Tarkovski cuenta con fieles admiradores, yo entre ellos. Así, pude encontrar fácilmente en YouTube El espejo (1975) y Nostalgia (1983). Ambas películas las recuerdo con afecto y espero pronto darme un tiempo para volver a verlas.

Ahora bien, a veces se precisan una serie de argumentos que pretenden ser poderosos para llegar a conclusiones que podrían parecer absurdas, sobradas o carentes de buen gusto. Lo cierto es que, buscando a Tarkovski en YouTube, además de las películas, encontré un video que, igual que mi juicio neutro sobre Iñárritu, no tiene nada qué agregar salvo lo que se muestra en imágenes. El video simplemente se titula "The Revenant by Tarkovski", fue publicado el 3 de febrero del 2016 y en la descripción agrega: "17 scenes of The Revenant in comparison whit Andrei Tarkovski scenes". El administrador del canal, me da la impresión, quizá sea ruso, Misha Petrik. Con tan pocos días, ha tenido 158 099 reproducciones. Es admirable porque sí, efectivamente quien vea fácilmente se podrá percatar de la influencia del ruso en los mexicanos.

Cuando terminé de ver The Revenant, como digo, me quedé con esa extraña sensación de estar viendo a Tarkovski. Al final, a mí algo me alegra que Iñárritu esté marcado por el signo de Tarkovski, porque eso me moverá a ver las futuras películas del mexicano con mayor interés, si bien hay que reconocer que no gratuitamente al ruso se le ha llegado a llamar el poeta del cine, algo que creo remoto para el mexicano; pero cada quien sus doctrinas, sus filias y sus condenas.