miércoles

El Santo Oficio

Esta entrada sigue las viejas notas sobre letras hispánicas. Esta semana el apunte es sobre



El Santo Oficio (1974)
Escrita por José Emilio Pacheco y Arturo Ripstein.
Dirección: Arturo Ripstein

Carlos Fuentes nos narra en El espejo enterrado cómo los judíos han sido perseguidos a lo largo de la historia de la España medieval, y aún durante el renacimiento.[1] La principal causa que impulsa la persecución, tortura y ejecución de los judíos es la pretensión unificadora de los reinos hispanos bajo el manto de la religión católica, misma que buscará y engendrará chivos expiatorios en los judíos y hasta en los judíos conversos. Estos últimos al principio pensaron que la mejor manera de salvar el propio pellejo sería la conversión, pero pronto se dieron cuenta de que aún eran perseguidos con la misma furia por el santo oficio. Así, una de las tácticas que propiciaban el odio hacia los judíos y judíos conversos era la divulgación popular de supersticiones que iban en menoscabo de los perseguidos.

“No sólo la peste fue atribuida a los judíos; si una batalla contra los moros se perdía, y en ella habían participado judíos conversos, a ellos se les acusaba de la derrota.”[2]

Pero este tipo de situaciones no se dieron únicamente en la península ibérica. De sobra queda claro que la llegada de judíos al nuevo mundo es casi simultanea a la de los católicos conquistadores. Este hecho propiciará que las tradiciones de persecución sigan tan vigentes, y aun más, como en el viejo mundo.

En El santo oficio, cinta de Arturo Ripstein, se narra la historia de una de estas familias que han hecho el éxodo de España a la Nueva España. La persecución de la familia Carvajal no se hace esperar, desde el inicio de la película se puede ver cómo algunos de los miembros de la familia son acosados y torturados por las autoridades seculares y eclesiásticas. Es esta tortura continúa lo que llevará a Luis de Carvajal a jurar falsamente en nombre de la iglesia católica. Luis de Carvajal, ahora católico a ojos de sus vigías, es estigmatizado con el llamado San Benito y obligado a trabajar bajo las ordenes de eclesiásticos católicos. Sin embargo, al igual que sucede en el viejo mundo, Luis de Carvajal seguirá con sus antiguas practicas judías al lado de su familia, con la que se puede reunir a escondidas tras inventar pretextos ante los clérigos que lo cuidan y vigilan. Como es de suponer, pronto las sospechas se hacen evidentes en contra del estigmatizado y la farsa ya no puede sostenerse más tiempo. Luis, junto a otros tantos amigos y miembros de la familia, es sometido a juicio y tortura en el potro. Esta tortura inhumana obliga a Luis a confesar su judaísmo y a declarar el nombre de todos los miembros y allegados de la familia Carvajal. Finalmente la familia es llevada a juicio en la cede de la santa inquisición de la Ciudad de México. Aquí son entregados a las autoridades seculares y sentenciados a morir en acto público, “para escarmiento de unos y ejemplo de otros”.




[1] Carlos Fuentes. El espejo enterrado. Capítulos III y IV.
[2] Carlos Fuentes. Op. cit. Página 109.

jueves

Nosotros somos los desterrados de la vida

El texto que sigue originalmente está pensado para presentarse en un slam de poesía, de manera oral, como se acostumbra en todo slam. Como suele suceder con este tipo de piezas, ninguna versión coincide con las demás, debido a la traición de la memoria. Así, esta es la primera vez que doy una redacción a este texto originalmente oral. ¿La razón? Me acordaba de uno de los versos durante la dinámica #Jueverotic en Twitter, que esta semana estuvo dedicada al tema "Utopía" y en honor a los últimos eventos, tristes y desafortunados, del hermano país Venezuela.

Según fuentes fidedignas, el próximo miércoles 26 de febrero de 2014 habrá una sesión de Slam Poetry en la Universidad del Claustro de Sor Juana, 5:00 PM, y espero poder asistir.

Quede dedicada esta pieza, pues, a todas aquellas personas que hacen posible #Jueverotic 

*

nosotros somos los desterrados de la vida
nosotros   los que siempre andamos debajo de las mesas
recogiendo migajas de pan   pedacitos de sueños
los que en cada esquina queremos encontrar un terreno baldío
para construir castillos en el cielo

nosotros somos los desterrados de la vida
los que nunca hemos tenido nada
no tenemos nada
y jamás tendremos nada

los que después de más de treinta años
estamos completamente solos
porque nos separamos
o porque no nos casamos
o porque   simple y sencillamente
le dimos un disparo al hastío al aburrimiento a lo cotidiano

nosotros somos los desterrados de la vida 
los que no quisimos despertarnos todas las mañanas
a poner al niño en el colegio
los que no quisimos despertarnos todas las noches
a arrullar el llanto de un niño
porque después de más de treinta años
el llanto del niño interno aún no ha cesado

nosotros somos los desterrados de la vida
los que no quisimos quedarnos sentados en el estúpido sofá
frente al estúpido televisor
con el control en la mano
pensando
soñando
imaginando
que somos dueños de nuestra libertad
los que después de más de treinta años
ahora estamos frente al estúpido monitor
dándole click click y "me gusta" a esto y aquello
porque pensamos que somos dueños de nuestra libertad

nosotros somos los desterrados de la vida
los que no quisimos forjar una idea de nación
los que no tenemos un color
ni una bandera
los que no estamos afiliados a ningún partido
ninguna ideología
y ninguna religión

nosotros somos los desterrados de la vida
los que por patria
tenemos toda la tierra
los que por bandera
tenemos la piel entera
los que para mostrar el color 
tenemos que cortarnos las venas
los que por ideología   partido y religión
tenemos lo que dicta el cerebro
y el corazón

nosotros somos los desterrados de la vida
sí   nosotros
porque sé que allá afuera
hay cientos
hay miles
igual que yo

nosotros somos los desterrados de la vida
y qué importa si no tenemos
un color
una bandera
una ideología
una partido
una religión
nosotros   los desterrados de la vida
también tenemos derecho
a opinar
a decir
a gritar
a ser
y a estar


@andresrsgalindo

miércoles

Visión de los vencidos

Alguna vez fui estudiante de Letras Hispánicas. De aquella época me quedan algunas notas que, por nostalgia o por memoria, no he querido llevar al olvido. En las siguientes semanas actualizaré este blog con aquellas palabras viejas, viejas y mal redactadas. Iniciamos con

Miguel León Portilla

Visión de los vencidos

UNAM, Biblioteca del estudiante universitario. México, 2000.

Que gobierne Acamapichtli
a la gente del pueblo,
a los que son siervos de Tloque Nahuaque
(el Dueño del cerca y del junto),
que es Yohualli Ehécatl,
el que es noche y viento,
de Yaotzin, Tezcatlipoca,
y del sacerdote Huitzilopochtli...

Más que comentario, el presente queda como duda, expresión de un deseo ferviente de encontrar más información acerca del dios único de los mexicas. En esta decimoséptima edición de Visión de los vencidos, se incluye, aparte de un capítulo más: “Lo que siguió”, un apéndice. En este apéndice de apenas 29 páginas (192-220) se anotan lo siguientes temas: Evolución cultural del México antiguo, Lo que hizo posible el imperio mexica, La sociedad mexica, Educación prehispánica, Escritura prehispánica, Calendario prehispánico, Literatura indígena y La ruta de los conquistadores. El tema donde nace mi duda es en el de La sociedad mexica. En este apartado (pp. 206-208) se hace una breve descripción de los nombres y funciones de los diferentes estratos sociales en la gran Tenochtitlan. Un tanto al margen, pero de gran valía, están los sabios tlamatinime, "que continuaban el estudio del antiguo pensamiento religioso tolteca".

Los tlamatinime preservaron, en contraste con el culto popular del dios de la guerra, huitzilopochtli, la antigua creencia en un dios único que estaba más allá de todos los pisos celestiales.

A esta divinidad primigenia se le conocerá bajo más de un epíteto; y a decir de León Portilla, este dios en realidad es la representación de una figura dual, dentro de la cual se perciben los dos aspectos (masculino y femenino) generadores de toda la vida. León Portilla propone un análisis exhaustivo del pensamiento tlamatinime, esto con la finalidad de confirmar que "al menos en los estratos sociales superiores se adoraba tan sólo a un único dios, señor de la dualidad, dador de la vida, que se está inventando a sí mismo".

sábado

Vampiros

Vampiras. Valdemar. Madrid, 2010.
Esta semana he comenzado a leer Vampiras, antología de relatos sobre mujeres vampiro. El lector aficionado quizá encontrará en Carmilla, de Joseph Sheridan Le Fanu (1814-1873), a la mujer vampiro por antonomasia. Esta famosa historia, desde luego, está incluida en la antología. Sin embargo, en este breve espacio quiero compartir el texto con el que abre el libro.

Théophile Gautiere (1811-1872), según creencia personal (pero Alá sabe más), es hoy un autor poco valorado. Hará tres o cuatro años que llegó a mis manos El capitán fracaso, novela romántica también hoy poco conocida. No me detendré ahora en la vida y obra de Gautiere. Recordaba eso la noche en que leí La muerta enamorada, primer relato de Vampiras.

Comparto, además, en formato ePub, una antología de vampiros en donde Carmilla y La muerta enamorada se hacen acompañar de otros relatos ejemplares del género, entre ellos el que se cuenta como el primero de su tipo: El vampiro, que John William Polidori (1795-1821) escribiera en el año 1819. Considerando que la editio princeps de Drácula vería la luz hasta el año 1897, con los textos y autores referidos en esta nota, bien podemos ver que antes de la fama del laureado Bram Stoker (1847-1912) ya había corrido mucha tinta y... en fin, al ávido lector de vampiros no le faltarán autores y cuentos de prestigio siguiendo este pequeño hilo de sangre que dejan los Vampiros.

martes

El amor y la distancia

Recién he leído, al fin, un libro guardado por varios años: Eros en los cinco sentidos, de Carlo Scipione Ferrero (Editorial Grijalbo. Barcelona, 1989), que compila textos e imágenes eróticas de finales del siglo XIX y principios del XX. Libro de arte, raro hoy, desafortunadamente no le he podido encontrar copia digital, a fin de compartirlo en este espacio.

Sin embargo, uno de los textos que más me llamó la atención (en cuanto que me recordó un texto que escribí hará un par de años, un tanto a la diabla, a la ligera), de mano del propio antologador, fue el que introduce la sección "Oído".

Copio un fragmento del texto en cuestión para luego presentar el mío, esperando que, al menos en algún punto, resulte grato.

"¿Y quién no ha cedido, aunque fuese una vez, a la tentación de escuchar, aprovechando una comunicación, la conversación telefónica de una pareja? Por escasa que sea la tensión entre los dos desconocidos, o su entendimiento más íntimo, será fácil sentirse implicado. Al entrometido en experiencias ajenas puede llegar a ocurrirle que sorprenda a dos amantes que, sin ambages, hacen el amor por teléfono. Esta es una situación mucho más frecuente de lo que pueda imaginarse, ya que el poder erótico de la voz, incluso a través del filtro del medio mecánico, es extraordinario. Una voz amada que pronuncie ciertas palabras, que insinúe, que ordene... No hay que ser monstruo de sensualidad para dejarse llevar, trastornar. De hecho, sobre el tema del amor por teléfono se podría urdir una trama cruel en la que una relación sadomasoquista fuese llevada a través del placer hasta sus últimas consecuencias" (Op. cit. P. 69).

Grabado de la serie Les Délassements d'ÈrosGerda Wegener. París, 1917

¿Por qué la gente se enamora en las redes sociales? 
o el amor según Andrés

Yo estoy totalmente de acuerdo contigo: es una pregunta idiota. Pero, como dice el viejo adagio “no hay pregunta más idiota que la que no se hace”.

¿Ya logré atrapar tu atención? Pues ahora sigue leyendo, ¿qué esperas? Sí, te estoy hablando a ti, Blancaflor, Tristan, Iseo…

Primero que nada, déjenme contarles una historia. Los versados en asuntos medievales pueden encontrar múltiples versiones del hecho, mas mi fundida memoria recordará ésta:

Una vez el rey Marco envía a Tristán en busca de una mujer casadera. De esta mujer no sabemos nada, aparte del hecho de que es rubia. El artificio narrativo de olvidar un rizo de cabello puede ser igual de inverosímil que el de olvidar una zapatilla de cristal, pero en estos pequeños detalles se fijaba el narrador antiguo; y, si me lo permiten, aún hoy tienen su divina gracia.

Como siempre, el héroe de la historia atraviesa por un sinfín de aventuras antes de llegar al lugar en donde reconocerá a Iseo como la mujer casadera.

No sé qué hagan los muchachos de hoy en día para atraer a las bellas mujeres, pero en la edad media el uso de la alcahueta está ampliamente recomendado. En nuestra literatura podemos encontrar dos grandes ejemplos en El libro del buen amor y en la Celestina.

Es precisamente de la ayuda de una de estas mujeres ancianas, pero expertas en el arte de casar parejas, quien hace las veces de coadyuvante en la historia que ahora referimos. Así, una alcahueta ofrece un filtro de amor (polvos ven a mí, para los mexicanos entendidos en esas artes) a Tristán. Lo que tiene que hacer Tristán es ofrecer el filtro (feromonas artificiales, para la comunidad científica) tanto a Iseo como al rey Marcos.

En este punto de la historia quiero recordar al amable lector que los presuntos amantes (Marcos e Iseo) aún no se conocen en persona. Quizá tengan noticias lejanas uno del otro, pero nunca se han visto a los ojos. En Las mil y una noches también podemos encontrar varias historias similares, es decir, amantes que abandonan toda su heredad por ir en busca de alguien a quien nunca han visto. Con más fidelidad recuerdo aquella historia en que un joven mira el retrato de una chica encantadora en un libro que lleva un comerciante. En ese momento el joven decide abandonar tierra, familia y posición para ir en busca de la mujer retratada en aquel libro.

Seguro que con esto recordarás esa frase populachera que reza “amor platónico”. Por amor platónico, en un sentido coloquial, se entiende aquel amor que es inaccesible. Es esta la razón, y no otra, por la que miles de vándalos lujuriosos nos enamoramos de Pamela Anderson, de Jenna Jameson, de Madonna, de Isabel Allende o de Astrid Hadad. Y esa, también, mis queridas niñas, es la razón por la que desfallecen ante la celestial voz de Alejandro Fernández, de Ismael Serrano, de Jorge Drexler, de Gabriel García Márquez o Carlos Fuentes. Y así, todos nos abalanzamos a obtener un autógrafo o el calzón floreado de nuestro amor platónico en turno.

La verdad es que basta con leer un poco mejor al buen Platón y su Banquete para enterarnos de que la idea de amor platónico está enmarcada en la mitología de las ideas universales. Así, la idea de Mujer tiene sus múltiples avatares en María Félix, en Toña la negra o en Chayito Valdez. Y la idea de Hombre los tendrá en Pedro Infante, Chucho el Roto o Andrés el descocido. Una vez que la divinidad condesciende a tomar cuerpo en un par de estos avatares, estos se pueden encontrar en esta inmunda hoguera de las vanidades que es nuestra también efímera vida. La justificación para que este par de tórtolos se encuentre está, también, en Platón. Al principio sólo existían los seres andróginos, es decir, entidades que poseían ambos géneros en un solo cuerpo. Actualmente eso se considera como una malformación congénita, pero en la mitología platónica es el origen de las especies. Al ver que estos seres andróginos no cumplían con los mandatos divinos, se determinó que se separaran en dos mitades. Esa es la razón por la que ahora todo mundo anda en busca de su media naranja mecánica.

Cabe hacer un paréntesis para presentar al narrador de toda esta basura macilenta: yo no tengo ese problema de buscar a mi media naranja porque una vez una mujer me dijo: “si los misántropos son todos los que odian a los hombres, si los misóginos son todos los hombres que odian a las mujeres, entonces los andróginos somos todos los que odiamos a los andreses”. A resumidas cuentas, entendí que siempre habrá alguien que no me quiera bien.

Aclarado el punto, continuemos:

Como decía, el amor arquetípico se posa en el avatar finito de un par de amantes. Ese es el primer paso para conseguir pareja: fijarse bien en que el tipo o la tipa sobre la que posas tu mirada lujuriosa sea la que te mira de la misma manera. Una vez establecido ese pequeño código visual pueden proceder a hablarse y a decirse cosas bonitas. Ahí es cuando, según creencia personal, surge eso de forjar mitologías. Forjar mitologías es establecer un código lingüístico que sólo los interesados han de descifrar, comprender y usar. No cualquiera está invitado a entender qué demonios significa eso de kurtukuky o desporar o honey bunny. Pasada esa ardua tarea de inventar lenguajes completos, ya se puede continuar con los escarceos físicos. Estos pueden ir desde un tierno beso en la frente hasta elaboradas y complicadas sesiones de BDSM; eso ya dependerá del gusto de los interesados. En la edad media, al menos en teoría, esto podía llegar a ser todo un ritual. Uno de los pasos más simpáticos que recuerdo es el del coitus interruptus. Los amantes podían pasar varias noches sin llegar al contacto de los genitales. Pero la noche en que, al fin, lo hacían, el hombre tenía que reprimir la eyaculación. ¿por qué? no lo recuerdo, pero por algo se llama coitus interruptus. Imaginad señores, el dolor de güevo que tenían que pasar nuestros decapitados caballeros.

Bien, ahora es momento de continuar con la historia de Tristán e Iseo. Tristán logra convencer a Iseo de hacerse a la mar con él para ir a conocer al guapo rey con el que ha de casarse. En este punto Iseo ya está enamorada de un hombre de cuyo rostro no tiene la menor noticia. No sabe si es gordo o flaco, idiota o inteligente, fogoso semental o impotente como vocho frente a un Ferrari. La verdad es que a los narradores de la época poco o nada importaban tales disquisiciones. El simple hecho de poseer el atributo de rey ya dotaba al hombre de una nobleza incuestionable. Esa nobleza, afortunadamente, no se vio cuestionada si no hasta los luminosos años de la reforma. Así, si se era noble se era bello, y si se era bello se era bueno; no había pierde. Yo, por eso, siempre pongo en mi perfil de Facebook que soy una buena persona.

Iseo está interesada en conocer a Marcos, decíamos. Pero, siempre ese maldito pero, por un estúpido error humano, como suelen ser todos los errores humanos, el filtro amoroso va a dar a los sedientos cogotes de Tristán e Iseo. ¡Ah! Bendito filtro amoroso que haces que los imposibles amantes se junten. Obviamente, al llegar a su destino, los amantes se tienen que enfrentar a la iracunda jeta de Marcos. Para no hacer el cuento más largo, los amantes escapan a las profundidades del bosque. Esa escena es de las más lindas porque es la escena de la espada de la fidelidad. A fin de cuentas, Tristán es un vasallo del rey y le debe obediencia; Iseo es una mujer virgen en un mundo en que la virginidad se interpretaba como pureza y bondad. Nada sabía nuestro narrador de callos en las patas o chinguiñas en las ojeras. La chavala en cuestión era bella y punto. De esta suerte, cuando el rey Marcos llega a la cabaña en donde los fugitivos amantes se refugian, los encuentra dormidos en el mismo lecho, separados sus cuerpos por una espada. La espada en medio de los amantes significa respeto y pureza. Bueno, eso cuenta la historia, pero Alá sabe más.

Pues sí, mis queridos lectores, las cosas funcionan de esta manera: seguro han visto que en la parte superior derecha de su página Facebook aparece, de vez en vez, una serie de fotitos de posibles amistades. Si uno se interesa por alguno de los dueños de esas fotos lo único que tiene que hacer es ir a su perfil y enviarle solicitud de amistad. Hasta ahí es como si caminaras en una terrible ciudad plagada de humanos indiferentes. Y de pronto un rostro angelical o caballeresco (según sea el caso) te detiene y…

Lo demás es historia.

Vamos, anímense, ¿por qué esperar hasta febrero 14? Lo único que tienen que hacer, por principio de cuentas, es dar dos o tres clics, mandar algún abrazo o un beso virtual. Luego ya pueden quedar en algún lugar concurrido, como un recital de poesía sonora, un museo, una plaza comercial o una tienda sex shop (según sean los intereses y gustos compartidos). Una vez que estén asegurados de que el fulano o la fulana no les va a arrancar (literalmente) un chip de seguridad satelital o un riñón o una cornea o varios billetes, entonces pueden comenzar a tomarse de la mano o de sus partes.