miércoles

50 palabras

Cincuenta palabras es una idea que nace en España y que ha reunido a narradores de diferentes nacionalidades y tendencias con un mismo fin: contar historias en un espacio límite de cincuenta palabras, ni una más, ni una menos.

Desde hoy está disponible la versión PDF del libro que Alejandro Garaizar (administrador del blog de 50 palabras) ha compilado con los 200 mejores cuentos que el proyecto ha recibido durante un año de trabajo.

Me siento muy agradecido de formar parte de este interesante ejercicio, que pone a prueba la inteligencia, el poder narrativo y la capacidad de síntesis. Tres partes de "La oficina del olvido" cierran este hermoso libro que hermana voces y rompe fronteras.

Sigue el enlace para más información sobre la descarga gratuita del PDF y la próxima versión impresa.

Noviembre de poesía

Iniciamos noviembre leyendo, escribiendo y editando poesía.

En octubre del año 2013 la poeta Shimara Magaly me invitó a colaborar en Pliego petitorio II, antología de poesía combativa. Gustoso, participé. A pesar de las adversidades de un año fatal, también puede ayudar en las cuestiones de edición.

Este año repetimos la experiencia y trabajamos sobre Pliego petitorio 2014.

En esta ocasión Magaly y yo quisimos mejorar y, además de una versión en formato PDF alojada en el servidor de revistas y libros digitales ISSUU.com , elaboramos una versión en formato ePub con material extraordinario, que por cuestiones técnicas no puede ser reproducido desde la versión PDF en el servidor ISSUU.com

Al momento en que escribo estas líneas, la versión ePub está siendo revisada por iTunes y seguramente en próximos días estará disponible para ser descargada de manera gratuita desde iBookstore (sección de libros de la misma tienda iTunes).

En caso de que no tengas instalado o no quieras tener iTunes, dejaré a continuación un par de enlaces desde donde se puede descargar Pliego petitorio.ePub 

Las indicaciones mínimas son:

Si descargas desde un teléfono móvil con sistema operativo Android, podrás leer tu ejemplar de Pliego petitorio con cualquier lector de archivos ePub. En Google Play hay varios lectores que puedes instalar de manera gratuita. Yo recomiendo Moon+ Reader, ya que algunas otras Apps podrían no reproducir el contenido multimedia.

En caso de que uses una tablet con sistema operativo Android, las instrucciones son exactamente las mismas que en el párrafo anterior.

Si descargas desde tu computadora, también necesitarás una aplicación, programa o lector adecuado para archivos ePub En la red puedes encontrar algunos gratuitos que funcionan bastante bien. Adobe Digital Editions de Adobe se puede descargar de manera gratuita desde el portal oficial de Adobe y funciona bastante bien tanto en Windows como en OS X de Apple.

Si descargas desde cualquier dispositivo Apple (iPhone, iPod, iPad, Macbook, iMac), podrás utilizar  la aplicación que trae el sistema operativo por defecto y disfrutar de este y otros libros digitales en formato ePub.

Sin más, aquí los enlaces para descargar Pliego petitorio 2014 en su versión ePub:




En cuanto esté disponible en el catálogo de libros de la tienda digital iTunes estaremos haciendo el anuncio necesario y colocando el enlace para que puedas dejarnos una reseña o estrella en la sección correspondiente.

Si no funciona alguno de los enlaces y no puedes descargar o aún te quedan dudas, por favor, escribe un comentario debajo de esta entrada.

*Si quieres saber más sobre mi trabajo como diseñador digital, puedes pasarte por la sección Trabajo de diseño editorial de este mismo blog.

domingo

Minioctubre


Estaban una vez Tin Tan, Tintín y tan tan.

De entrada, este post no hará honor a su título, al menos en un sentido. Estamos terminando octubre y ha sido un mes vertiginoso, lleno de ideas, proyectos y múltiples caminos. Pero si algo tuvieron en común todas estas ideas es el mínimo camino compartido con talentosas personas, cada una con proyectos personales que, como las buenas amistades, alguna vez confluyen en una encrucijada de este jardín de senderos que se bifurcan.

Del 12 al 18 de octubre, desde Ecuador, tuvo lugar el III Festival de Micronarrativa. Entre sus diversas actividades, la cuenta en Twitter @C_Minima organizó un concurso en el que los participantes tenían que continuar una historia a partir de un primer tuit, escrito por Alberto Chimal, quien también fue el invitado de honor durante esta emisión del festival. Como resultado, se compiló y editó La ciudad en el tiempo, eBook que contiene las 18 minificciones que formaron esta historia compartida. Yo quise arrojar una piedra, esperando que la multitud siguiera ahí.

www.terrotic.blogspot.mx
Quienes sigan mi pequeño camino por la ciudad de las letras, sabrán que formo parte de "El comité maldito" de #Terrotic, lúdico ejercicio minificcionero en el que confluyen dos géneros aparentemente  distintos, pero en el que siempre cabe la sorpresa. Dentro del marco del III Festival de Micronarrativa, los organizadores quisimos hacer una especie de cadáver exquisito, partiendo de tres tuits distintos, que continuarían los participantes. El resultado fueron tres historias cuyo eje está dedicado a esa obra imprescindible que escribiera Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.

En ese mismo contexto, anunciamos la próxima aparición del eBook Terrotic. Aunque aún nos queda camino por recorrer, nuestro libro digital estará conformado por las selecciones en 140 caracteres de todo el año, doce cuentos de 500 palabras y, por supuesto, nuestros tres cadáveres; todo esto con su debida acreditación de autores. Una vez que tengamos terminado y bien maqueado nuestro libro, lo colocaremos en diversas plataformas y catálogos a fin de que el interesado lector pueda descargarlo y compartirlo libremente. Estamos seguros de que les seducirá. Agradezco a Hugo Mess (@_QcQ) y a Alexsa Bathory (@alexsabathory) por hacerme parte de esta mínima aventura con grandes emociones.

Pero no toda minificción se reduce a los ya famosos 140 caracteres de Twitter, lugar en el que ha proliferado la llamada (y las más de las veces polémica) twiteratura. Gracias a Patricia Richmond (@PatriciaRichm_), excelente narradora española, supe que existía un blog (gestionado desde España) que se dedica a promover el ejercicio de la minificción en 50 palabras, no más, no menos. Al momento de escribir la presente, acumulo nueve de estos ejercicios que ponen a prueba la capacidad de síntesis y sorpresa: Andrés Galindo en 50 palabras.

Esta entrada cierra con broche de oro: muchos gratos eventos han marcado este año, pleno de nuevas aventuras, nuevas amistades y futuros proyectos. Sin duda, ver aceptados y publicados algunos de mis cuentos fantásticos en la cada vez más creciente comunidad de Penumbria me hizo inmensamente feliz. Mayor fue mi felicidad cuando la revista que dirige el escritor mexicano Miguel Lupián aceptó en septiembre que diseñara la portada de su número 21. Pero las sorpresas de estos meses ya desbordaron mi corazón y espero que la alegría pueda alcanzar a quienes leen estas líneas: semana a semana, Penumbria también organiza en Twitter un ejercicio que incentiva la narrativa fantástica en 140 caracteres. La semana que terminó el viernes tres de octubre mis ejercicios recibieron la especial Mención terrorífica del #minirp32. Y como punto final, fue también el equipo de Penumbria quien amablemente me invitó a compartir mis experiencias como minificcionista en el marco de la Feria Internacional del Libro del Zócalo, Ciudad de Mexico, al lado de Miguel Lupián y Mariano F. Wlathe. Pasamos una tarde genial, escribiendo historias mínimas con grandes amigos, presentes y virtuales. ¡Gracias!


martes

Septiembre

A  Deo gratias

Inicia el noveno mes del año y viene con grandes y excelentes sorpresas.

Esta semana la revista online RegistroMX anuncia su nuevo número, dedicado al Fracaso. Incluye un cuento que había permanecido hasta ahora en el cajón del olvido: "Un día normal".

Esta misma semana, Penumbria anuncia su edición número 21 y de ella he tenido el enormísimo placer de ilustrar la portada. Ya en números anteriores he colaborado con algunos cuentos y minificciones con su dinámica tuitera #minirp Poder ilustrar una portada de Penumbria, puedo decirlo, ha sido una de las experiencias más gratas de este 2014. Penumbria es ya la revista de literatura fantástica referente en México. Pero además, al paso de dos años de arduo trabajo y gracias a su constante presencia en redes sociales, ha logrado traspasar fronteras latinoamericanas y cruzar el océano hacia España con más que buena fortuna. Esa es la razón del orgullo en estas palabras. Este número 21, para sumar las buenas nuevas, está lleno de buenos narradores y difusores del arte y la literatura fantástica en todas sus vertientes: cómic, cine, ilustración y literatura. Entre sus páginas se puede encontrar el trabajo de Miauricio Jiménez,  excelente poeta del circuito Spoken Word en la Ciudad de México, entregado aquí al arte de narrar temores infantiles. Se encuentran también aquí grandes amigos como Hugo Mess y Patricia Richmond (que nos maravilla desde España). También están Pok Monero, Xavier Loeza, Antonio Malpica, de España y otros tantos de buena factura, tal como lo es Penumbria bajo la dirección del siempre creativo y entusiasta lovecraftiano Miguel Lupián.

Pero todo esto no habría sido posible sin la complicidad de Lía Romero, mi compañera de nuevas y creativas aventuras, quien sorpresivamente ha resultado ser una modelo genial.

Y son esos nuevos caminos de aventura y creatividad los que ahora me están regresando a una de mis grandes pasiones, el cine. Hace un par de semanas tuve la oportunidad de asistir a la presentación para prensa de Filosofía natural del amor, del joven director Sebastián Hiriart, y mi cámara fotográfica pudo captar algunas imágenes, de las que una se publicó en el portal de Cinelatino.

Esto es el inicio de septiembre y lo demás es un soliloquio de buena fortuna.

*Como siempre, no me resta sino invitarte a visitar el catálogo de mis publicaciones y, si algo de todo ello te resulta grato, por favor, no dejes de compartir Mis obras incompletas.


martes

Transcribo en esta entrada un poema viejo que había quedado entre los papeles perdidos.
Ahora que mueren las esperanzas
que quedamos con las manos vacías
prometamos pecar a manos llenas
comámonos el mundo de un bocado

hablemos sin medida ni censura
gritemos que la vida es nuestra vida
llenemos los ojos de libertad
aunque el llanto ahogue las esperanzas

retemos miradas inquisidoras
brindemos prioridad a las verdades
ahora que gobiernan la mentiras

pero no supliquemos de rodillas
ni pisemos dando palos de ciego
ni demos por vedados los caminos.
Andrés Galindo

03.10.06-05.10.07


Te invito a descargar Ariadna en el laberinto, mi último poemario, desde iTunes. También puedes ver otras colaboraciones en libros y revistas digitales en Obras incompletas.

domingo

¿Narrar en tercera persona?

En esta entrada busco llevar a cabo un breve análisis del narrador del cuento “Sangre española”, del escritor norteamericano Raymond Chandler. Para dicho propósito es necesario resaltar el cómo y porqué de la elección de un narrador con características determinadas para el citado cuento de Chandler. Para tal efecto se han de tomar como punto de partida las notas al respecto de Enrique Anderson Imbert y Oscar Tacca.
Cuando un narrador de tercera persona decide, por voluntad propia, renunciar a la sabiduría divina que le proporciona el poder omnisciente y restrinja, entonces, su saber a lo que cualquier hombre normal podría llegar a conocer, tenemos frente a nosotros a un narrador cuasi omnisciente[1]. Sin embargo, este narrador conserva algunas características específicas de la narración en tercera persona. En el caso de nuestro cuento, el narrador posee la capacidad de seguir los pasos de sus personajes a donde quiera que estos vayan; de esta manera observa sus movimientos, escucha lo que dicen y registra las reacciones de éstos. Con todo, este narrador se priva de conocer la conciencia de sus personajes; mucho menos interfiere en el desarrollo de éstos últimos, su labor es únicamente la de hacer un registro perceptualmente humano de lo que sucede en un determinado tiempo y lugar.

Raymond Chandler, en “Sangre Española”, ha optado por mantener, de principio a fin, una visión cuasi omnisciente que limita la información proporcionada en el cuento. Sólo al final se resuelve el motivo principal: una esposa que asesina por celos. Aun así, la resolución es perceptible únicamente a través de un trabajo de intelección humana, la de Sam Delaguerra. De ninguna manera existe una intromisión divina omnisciente.

Desde el inicio el narrador nos cuenta cómo están vestidos los personajes, cómo son sus rasgos faciales y hasta de qué color es la piel y el cabello de éstos; también importa la descripción de los gestos que éstos hacen a efecto de tal o cual causa. No hay que olvidar la detallada descripción de los diferentes espacios que se hace a lo largo de la narración. Todas estas descripciones, con todo, no son sino resultado de una visión limitada de las cosas que están sucediendo. Como ya se ha dicho, el narrador es capaz de seguir a los personajes a cualquier lugar al que se dirijan, manteniendo siempre una distancia perceptiva netamente humana y, en consecuencia, se ve forzado a respetar siempre la conciencia de sus personajes. Si en algún momento es necesario que se nos muestren los pensamientos de alguno de los personajes, esto sucede sólo por medio de una especie de soliloquio. Este soliloquio es usado varias veces por el personaje principal del cuento, Sam Delaguerra, a fin de ir dándonos sus avances en la investigación que está llevando a cabo. Pero no es el único. En la parte décima del cuento, al salir Cerafino Toribo de la oficina de telégrafos, la rubia que atiende, ya sola, dice por encima del hombro:

-¡Este tipo debe de estar loco! ¡Mandar un telegrama a un hotel que queda a tres manzanas![2]

Como vemos, nuestro narrador se niega a penetrar en los pensamientos de los personajes, pues esto sería traicionar la narración policíaca ya desde el inicio; prefiere echar mano de estos diálogos en voz alta sin interlocutor.

Todo esto implica dificultades para el lector. Si el narrador hubiera contado su historia penetrando en las mentes de los personajes, el final hubiera sido más fácilmente previsible y, entonces, la entrevista final entre Delaguerra y Belle Marr hubiera resultado un tanto gratuita. Como en toda buena narración policíaca, el lector permanece atento y va haciendo suposiciones con la información que le presenta el narrador, pero no puede ir más allá de meras hipótesis sobre la verdadera identidad del asesino, ya que el narrador ha decidido, gracias a las virtudes de la cuasi omnisciencia, no develar la verdad sino hasta el final de la historia.

En toda narración en tercera persona, el narrador es quien dirige y ordena la información. De vez en vez éste se acerca lo más posible a su personaje, dando la impresión de un debilitamiento de la voz narradora[3]. En el caso de nuestro cuento se puede decir que el narrador focaliza la narración sobre distintos personajes, pero sin cederles el dominio total de la narración. De hecho, se insiste, la percepción de la historia es netamente humana y el narrador no puede ir más allá de lo que los sentidos humanos le dictan; sin embargo sí se puede percibir un movimiento de acercamiento o alejamiento del narrador respecto de los personajes. Las llamadas por teléfono pueden ser un buen ejemplo para esclarecer lo que se quiere decir: En la primera parte del cuento los personajes reciben una llamada, Dave Aage contesta al teléfono, pero el narrador no escucha lo que se dice al otro lado de la línea. Todo lo contrario sucede cuando Delaguerra, en la sexta parte, atiende una llamada telefónica. De inmediato el narrador nos hace saber de quién se trata, es Belle Marr; de hecho, el narrador escucha (y, desde luego, el lector también) casi la totalidad de la conversación entre ambos interlocutores. En el primer caso se escucha la voz de Dave, pero no la de su interlocutor. Todo lo contrario sucede en el segundo caso: al final de la conversación con Belle Marr se restringe la audición de la voz de Delaguerra, como si el narrador se alejara del personaje y ya sólo nos hace saber que Delaguerra “dijo algo vago”.

Además de lo dicho, hay que tomar en cuenta que la mayor parte de la narración se centra sobre la figura de Sam Delaguerra, lo cual obliga al narrador a seguirle los pasos a lo largo de casi todos los capítulos del cuento, aun cuando éste se encuentre en estado semiinconsciente. Sólo en algunas partes la narración se focaliza sobre otros personajes a fin de completar la información, pero sin que en ningún momento se abandone el punto de vista cuasi omnisciente. De este modo se nos presenta, en la primera parte, a dos personajes secundarios que sólo regresarán hasta la penúltima parte: John Masters, el Grandullón y Dave Aage. Y en otro momento se focaliza la narración sobre el filipino Cerafino Toribo, quien llegará a ser personaje de suma importancia en tanto que la información (oculta literalmente para el lector) proporcionada por él le permite a Delaguerra moverse a otro espacio: ahora irá en busca de la rubia heroinómana, Stella Chill, alias Stella La Motte, y continuará la investigación hasta cerrar el caso.
Indudablemente la elección de Raymond Chandler de un punto de vista en tercera persona, pero con las limitantes perceptivas de la cuasi omnisciencia, es un acierto que logra mantener la atención sobre la narración y  no permite develar la verdad hasta el final. Regularmente, en este tipo de narraciones policiales, el lector puede hacer hipótesis sobre el desenlace. Si la narración es mala, es muy natural que el lector acierte en sus hipótesis ya desde las primeras páginas. Raymond Chandler, por el contrario, no nos permite ese lujo de certeza. Acaso la única pista, el pijama femenino en la cama de la cabaña del lago, se sitúa, más o menos, a mitad de la narración. Y dadas las condiciones de lo que hasta ese punto se nos ha contado, un asesinato por motivos políticos, aquella pista bien puede pasar desapercibida.


Bibliografía:
Anderson Imbert, Enrique. “Clasificación de los puntos de vista”, en Teoría y técnica del cuento, Marymar, Buenos Aires, 1979, pp. 73-83
Chandler, Raymond. “Sangre Española”, en Richard Ford (compilador) Antología del cuento norteamericano, Galaxia Gutenberg – Círculo de Lectores, Barcelona, 2002. Pp. 351-399
Tacca, Oscar. “El narrador”, en Las voces de la novela, Gredos, Madrid, 1973. pp. 64-112
Más sobre Raymond Chandler en este blog: Raymond Chandler y el Pulp





[1] Enrique Anderson Imbert. “Clasificación de los puntos de vista”, p. 82
[2] Raymond Chandler. “Sangre española”, p. 383
[3] Oscar Tacca. “El narrador”, p. 81

miércoles

Narrar en primera persona

La intención de las siguientes líneas es la de hacer una breve conceptualización de la primera persona como técnica narrativa. Para tal objetivo se tomarán como base las opiniones de Enrique Anderson Imbert, Oscar Tacca y Alberto Moravia. Los dos primeros críticos de literatura; el tercero, creador italiano del siglo XX.
Así como el creador posee la capacidad de elegir la manera en que se cuenta una historia, igualmente puede determinar, previamente, el modo de saber la información del mundo narrativo inserto en la historia, es decir, cómo saber. De esta última pregunta nace lo que se puede considerar como “la perspectiva”. En efecto, de cómo se sabe la información nace el punto de vista. Esto es, la visión que el narrador adopte para contar. Y de esta visión depende, en gran medida, cómo se cuente.

El punto de vista que, previamente, el autor elige para contar una historia, para ordenar un mundo, cobra dos modos fundamentales: la primera persona y la tercera persona. En el primer caso, el narrador es participe de los sucesos, bien como protagonista, bien como personaje secundario o como mero testigo presencial. De cualquier manera, el narrador se identifica plenamente con alguno de los personajes. En el segundo caso, el narrador se sitúa fuera del mundo narrativo, fuera de los acontecimientos y adopta, la mayoría de las veces, una visión omnisciente, como si se tratase de un dios que todo lo ve y conoce.

Como ya se dijo, en la narración en primera persona el autor se ve obligado a identificar a su narrador con un personaje y, por tanto, la visión que se tiene de las cosas tiende a ser, forzosamente, monoscópica; el conocimiento de la información es parcial y subjetivo.

Para un primer acercamiento, se puede considerar que en el relato en primera persona la relación que se establece entre narrador y personaje (relativa a la cantidad de información que se posee del mundo narrativo) es equisciente, el narrador posee la misma cantidad de información que el personaje. Dicho lo anterior, y siguiendo la idea de Oscar Tacca, se puede considerar que en el relato en primera persona, narrador y personaje coinciden en un personaje-narrador: “Puesto que el personaje es el portavoz del narrador, no puede saber más que éste: si lo sabe, para que ese saber cobre realidad tiene que decirlo, y si lo dice, ello incumbe ya al narrador.”[1].

Pero la adopción de este punto de vista enfrenta al autor a una serie de ventajas y desventajas. Para Anderson Imbert una ventaja del relato en primera persona puede ser “…que convence al lector de la verosimilitud del relato.”[2]. Pero esto no se debe de tomar como una ley. Puede darse el caso de que historias netamente ficticias sean narradas en primera persona (tal como sucede en mucha de la literatura fantástica): “El yo, por sí sólo, no tiene la virtud de convencernos: sólo nos indica que la intención del escritor ha sido la de que el narrador hable como si hubiera sido protagonista o testigo de la acción que cuenta.”[3].

En una entrevista para The paris review, Alberto Moravia habla de los problemas que tuvo que enfrentar al escribir sus Cuentos romanos. Es importante conocer la opinión del creador, ya que es precisamente en estos cuentos que adopta formalmente, y por vez primera, la narración en primera persona. Entiéndase que no sólo se trata de una elección meramente caprichosa. El uso de esta técnica narrativa lleva, por definición, una serie de implicaciones que van más allá de la simple presencia del narrador dentro del mundo narrativo.

“En los Cuentos romanos […] adopté por primera vez el lenguaje del personaje, el lenguaje de la primera persona; pero no el lenguaje precisamente, sino más bien el tono del lenguaje. Esto tenía sus ventajas y sus desventajas. Ventajas para el lector en el sentido de que éste ganaba una mayor intimidad; entraba directamente en el corazón de las cosas, sin tener que atisbar desde afuera”[4].

Por supuesto que también Moravia muestra ciertas reticencias hacia el uso de la primera persona, y es que “La gran desventaja de la primera persona consiste en las tremendas limitaciones que le impone a lo que el autor puede decir. Yo sólo podía ocuparme de lo que el propio personaje podría ocuparse, hablar sólo de lo que el personaje podría hablar”[5].

Pero, como se decía, al narrar en primera persona, y tomando en cuenta que existe una identificación plena entre narrador y personaje, surge inmediatamente el problema del tono del lenguaje, lenguaje al que deberá ceñirse forzosamente el narrador-personaje. Para Moravia, que escribe los Cuentos romanos, “El uso del método narrativo en primera persona al tratar las clases bajas romanas implica, por supuesto, el uso del dialecto. Y el uso del dialecto le impone estrictas limitaciones al material que uno maneja. En el dialecto no se puede decir todo lo que es posible decir en el idioma”[6]. Es de suponer, y por contraste a la primera persona, que este idioma al que alude el escritor es el que usaría un narrador omnisciente en tercera persona.

Sin embargo, para Oscar Tacca, el encanto de la narrativa picaresca nace precisamente de este uso de la primera persona:

“El mundo visto a través del hombre, a través de una conciencia que no alcanza a comprender primero, y que cree comprender después sólo en términos de gratificación, desprecio, crueldad; en fin, el mundo triste y alegre a la vez de los inocentes humillados”[7].

Algo similar sucede en los Cuentos romanos de Alberto Moravia, quien reconoce: “en estos cuentos […] he tratado de presentar la vida del subproletariado…” y además, “El género es picaresco”[8].
Como conclusión, se puede decir que si bien el uso de la primera persona presenta ciertas desventajas, en tanto que no permite una omnisciencia como lo sería en el caso de la narración en tercera persona, por otro lado da pauta a nuevas experiencias narrativas que dan al narrador cierto grado de credibilidad, y esto en la medida en que se asume un determinado tono lingüístico, que el lector identifica como propio del personaje que narra la historia desde su propia perspectiva.



Andrés Galindo
apuntes del 2002



[1] Oscar Tacca. “El narrador”, en Las voces de la novela. Editorial Gredos, Madrid, 1973. p. 87.
[2] Enrique Anderson Imbert. “Clasificación de los puntos de vista”, en Teoría y técnica del cuento, Marymar, Buenos Aires, 1979, p. 76.
[3] Ídem.
[4] Entrevista a Alberto Moravia, en El oficio de escritor. ERA, México, D.F. 1968. p. 234.
[5] Ídem.
[6] Ídem.
[7] Oscar Tacca. “El narrador”, en Las voces de la novela. Editorial Gredos, Madrid, 1973. p. 86.
[8] Entrevista a Alberto Moravia, en El oficio de escritor. ERA, México, D.F. 1968. p. 235.