domingo

Cuento sin título


Esperabas salir de la oscuridad y encontrar la luz, pero lo único que encontrarás es una nueva tristeza. Esa, y no otra, fue la razón por la que te dejé marchar.

Habíamos estado discutiendo las mismas cosas de siempre, las muchas cosas de siempre. Y quizá ahora ya no tenga sentido enumerarlas, como tampoco tiene sentido recordar las tres únicas alegrías que nos mantenían juntos.

Toda escritura, dicen, es un viaje a la memoria. Pero, ¿y si tampoco eso vale la pena? De cualquier modo, piénsalo, somos un par de peces en medio del océano; con los mismos problemas, los mismos gritos, los mismos claroscuros, las mismas despedidas, los mismos silencios.

Yo me quedo aquí, diciendo adiós desde el fondo de las palabras. Tú serás feliz, intensamente feliz, fugazmente feliz. Y luego, como todos, volverás a perderte. Porque esa es la condición humana: venimos de la noche y volveremos a la noche.

Si lo piensas bien, ésta podría ser una carta de bienvenida.

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