miércoles

Visión de los vencidos

Alguna vez fui estudiante de Letras Hispánicas. De aquella época me quedan algunas notas que, por nostalgia o por memoria, no he querido llevar al olvido. En las siguientes semanas actualizaré este blog con aquellas palabras viejas, viejas y mal redactadas. Iniciamos con

Miguel León Portilla

Visión de los vencidos

UNAM, Biblioteca del estudiante universitario. México, 2000.

Que gobierne Acamapichtli
a la gente del pueblo,
a los que son siervos de Tloque Nahuaque
(el Dueño del cerca y del junto),
que es Yohualli Ehécatl,
el que es noche y viento,
de Yaotzin, Tezcatlipoca,
y del sacerdote Huitzilopochtli...

Más que comentario, el presente queda como duda, expresión de un deseo ferviente de encontrar más información acerca del dios único de los mexicas. En esta decimoséptima edición de Visión de los vencidos, se incluye, aparte de un capítulo más: “Lo que siguió”, un apéndice. En este apéndice de apenas 29 páginas (192-220) se anotan lo siguientes temas: Evolución cultural del México antiguo, Lo que hizo posible el imperio mexica, La sociedad mexica, Educación prehispánica, Escritura prehispánica, Calendario prehispánico, Literatura indígena y La ruta de los conquistadores. El tema donde nace mi duda es en el de La sociedad mexica. En este apartado (pp. 206-208) se hace una breve descripción de los nombres y funciones de los diferentes estratos sociales en la gran Tenochtitlan. Un tanto al margen, pero de gran valía, están los sabios tlamatinime, "que continuaban el estudio del antiguo pensamiento religioso tolteca".

Los tlamatinime preservaron, en contraste con el culto popular del dios de la guerra, huitzilopochtli, la antigua creencia en un dios único que estaba más allá de todos los pisos celestiales.

A esta divinidad primigenia se le conocerá bajo más de un epíteto; y a decir de León Portilla, este dios en realidad es la representación de una figura dual, dentro de la cual se perciben los dos aspectos (masculino y femenino) generadores de toda la vida. León Portilla propone un análisis exhaustivo del pensamiento tlamatinime, esto con la finalidad de confirmar que "al menos en los estratos sociales superiores se adoraba tan sólo a un único dios, señor de la dualidad, dador de la vida, que se está inventando a sí mismo".

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