Alguna vez fui estudiante de Letras Hispánicas. De aquella época me quedan algunas notas que, por nostalgia o por memoria, no he querido llevar al olvido. En las siguientes semanas actualizaré este blog con aquellas palabras viejas, viejas y mal redactadas. Iniciamos con
Miguel León Portilla
Visión de los vencidos
UNAM, Biblioteca del estudiante universitario. México, 2000.
Que gobierne Acamapichtli
a la gente del pueblo,
a los que son siervos de Tloque Nahuaque
(el Dueño del cerca y del junto),
que es Yohualli Ehécatl,
el que es noche y viento,
de Yaotzin, Tezcatlipoca,
y del sacerdote Huitzilopochtli...
Los tlamatinime preservaron, en contraste con
el culto popular del dios de la guerra, huitzilopochtli, la antigua creencia en
un dios único que estaba más allá de todos los pisos celestiales.
A esta divinidad primigenia se le conocerá bajo más
de un epíteto; y a decir de León Portilla, este dios en realidad es la
representación de una figura dual, dentro de la cual se perciben los dos
aspectos (masculino y femenino) generadores de toda la vida. León Portilla
propone un análisis exhaustivo del pensamiento tlamatinime, esto con la
finalidad de confirmar que "al menos en los estratos sociales superiores
se adoraba tan sólo a un único dios, señor de la dualidad, dador de la vida,
que se está inventando a sí mismo".
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