jueves

Falsos lectores 3

El jueves 18 de abril de 2013, Andrei Illich leía desde su dispositivo móvil, en voz baja, un poema anotado en un blogger. El comedor era enorme y solitario. Desde el quinto piso se podía apreciar toda la ciudad; parecía incendiarse todas las tardes. A su lado dormitaba Ixchel; a ella no le interesaba la poesía y el paisaje de la soledad le resultaba más bien monótono.

Sé que no tiene nada de poético ni de verosímil iniciar un relato con una alusión a la lectura de un poema escrito en un blogger de internet. No es mi intención recurrir al falso adorno de la retórica para convencer a mi ocasional lector. Esto es, apenas, una forma más de la postmodernidad, si cabe aún la palabreja en este mar de información.

Es perfectamente comprensible que un náufrago muera de hambre y sed, arrojado a la fortuna del mar abierto. De mayor fama es la historia de aquel argentino ciego a quien en el año de 1955 le es concedido el cargo de director de la Biblioteca Nacional.

"Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche"*.

Regresemos al asunto del blogger. Este instrumento de la inmediatez es ahora considerado como parte de las nuevas tecnologías. Si bien en Hispanoamérica el libro impreso sigue teniendo mayor aprecio sobre los nuevos medios de intercambio informático, lo cierto es que las nuevas tecnologías van ganando terreno a pasos agigantados. Con todo, esto no implica que los compradores las usen y, más aún, las usen con inteligencia. En este contexto, la poesía es una de las formas de la memoria humana que ha ganado modos de publicarse y publicitarse, lo que no implica, ya se adivinará, que existan raudales de consumidores de la misma.

Hay quienes, con lujo de fanatismo, se entregan a la increíble adoración del papel impreso, aludiendo al consabido "todo pasado fue mejor". ¿Los lectores de poesía están ahí? ¿Se entregan con fervor a la vana apología del libro como objeto o su pasión aspira al entendimiento último de las lineas contenidas en esos mártires de la soledad?

"Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)
hay alguno que ya nunca abriré"*.

Lo que se puede ver con pena es que nadie se ha detenido a pensar que, alguna vez, también la imprenta fue una nueva tecnología; esto no implicaba, necesariamente, que los libros fueran leídos. ¿Quién en el mundo de Johannes Gutenberg sabía leer?

En nuestros descreídos siglos, el índice de personas que saben leer va en aumento, lo que no significa que se lea. Cabría la pregunta: ¿qué función tiene la poesía y qué significados se encarnan cuando ésta se reproduce mediante las nuevas tecnologías?

Aquel jueves 18 de abril pensó Andrei Illich, luego de leer 

"Trabajar
para ganarse la vida,
aquella que no se vive
por atender el trabajo
de 50 horas a la semana
[más trayectos maratónicos,
más pendiente de la casa]"**

que tal vez Ixchel encontraría su reflejo en esas palabras. Le hubiera gustado sacarla de su modorra y mostrarle, quizá leerle en voz alta. La miró. Ella correspondió con fastidio y volvió la cabeza en sentido contrario. La ciudad ardía y la iluminación del pequeño móvil se apagaba.


*Jorge Luis Borges
**Ylla Kannter

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios pueden mejorar mi trabajo